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Una conversación suspendida por 40 años


Timochenko El Último Guerrillero







La última conversación que abordaron ese año, fue cuando Rodrigo le contó a Jorge en el pequeño cuarto que compartían en en la Casa del pueblo de Quimbaya, que se iba para la guerra. Que había decidido vincularse a las FARC porque creía que pintando consignas revolucionarias en las paredes, o vendiendo periódicos, no se iba a hacer la revolución en Colombia; y lo invito a que se fueran juntos. Rojas dudó de la tesis de su compañero argumentando que, aunque le parecía valiente la decisión de arriesgar la vida por la causa de la revolución, consideraba que los revolucionarios también pueden realizar desde la legalidad una labor de educación política, organización y movilización de las masas de obreros, campesinos y estudiantes. Su inclinación era la lucha social y el periodismo.






Cuando Rodrigo llegó a Cartagena vestido de blanco a compartirle al mundo su firme e indeclinable decisión y a refrendarla con su su firma, su amigo y compañero de juventud Jorge Rojas estaba ahí. Había esperado ese momento por 40 años, había luchado sin descanso para que llegara. Y con la misma convicción con la que lo confrontó aquella noche en la pequeña habitación de ‘la casa del pueblo’, le dio su abrazo de bienvenida a la paz y le propuso que retomaran la conversación que dejaron suspendida y la compartieran con las nuevas generaciones, para que nunca más en Colombia las armas remplacen a las ideas en la búsqueda del país que soñamos. Un país en el que todos quepamos. El resultado de esa retoma de la conversación quedó plasmado para la historia en el libro que hoy su autor Jorge Rojas presenta: “Timochenko el último guerrillero”

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